Los extraños no son una invención moderna, pero sí lo son los extraños que siguen siendo extraños durante mucho tiempo.
Amor Líquido, Zygmunt Bauman
Hace unos meses terminé de leer Amor Líquido, de Zygmunt Bauman, uno de los pocos pensadores de la modernidad que nos van quedando. En esta obra el gran filósofo que se hace pasar por sociólogo continúa su certero análisis sobre las sociedades occidentales de este siglo, y lo hace con esa metáfora de lo líquido que ya es patente de la casa. La primera parte del ensayo lo dedica el autor a darnos las claves de cómo hemos llegado a relacionarnos unos con otros de tal modo que ni queremos estar solos ni acompañados para toda la vida. Es la segunda parte, la que trata el problema entonces emergente (el libro se publica por primera vez en España en 2005) y ahora desbordante de los refugiados, la que me interesa aquí y ahora.
No podían ser más pertinentes y actuales sus consideraciones y recetas sobre el drama de la inmigración y el desafío que las continuas oleadas de refugiados plantea a nuestros gobernantes. Los campos de refugiados, esa vergüenza que se diseña y se monta con la coartada moral de su naturaleza efímera, provisional, “hasta que se tome una decisión satisfactoria para todas las partes”, acaban convirtiéndose, como asegura Bauman y como hemos tristemente podido comprobar, en hábitats permanentes donde hacinar a los otros, a los extraños que amenazan con invadir nuestros territorios y obligarnos a pensar, tal vez, de distinto modo.