Trump, Bauman y los refugiados

 

BRU13 CALAIS (FRANCIA) 29/02/2016.- Miembros de la policía antidisturbios francesa permancen delante de un grupo de refugiados al inicio del desmantelamiento de parte del campo de inmigrantes, conocido como "la jungla", en Calais (Francia) hoy, 29 de febrero de 2016. La Prefectura (delegación del Gobierno) confirmó que se ha comenzado a desalojar el campo, conocido como "la jungla", y señaló que se propone una solución alternativa de realojo a cada uno de sus ocupantes. EFE/Laurent Dubrule
CALAIS (FRANCIA) 29/02/2016.- Miembros de la policía antidisturbios francesa permancen delante de un grupo de refugiados al inicio del desmantelamiento de parte del campo de inmigrantes, conocido como «la jungla», en Calais (Francia) 

Los extraños no son una invención moderna, pero sí lo son los extraños que siguen siendo extraños durante mucho tiempo.

Amor Líquido, Zygmunt Bauman

Hace unos meses terminé de leer Amor Líquido, de Zygmunt Bauman, uno de los pocos pensadores de la modernidad que nos van quedando. En esta obra el gran filósofo que se hace pasar por sociólogo continúa su certero análisis sobre las sociedades occidentales de este siglo, y lo hace con esa metáfora de lo líquido que ya es patente de la casa. La primera parte del ensayo lo dedica el autor a darnos las claves de cómo hemos llegado a relacionarnos unos con otros de tal modo que ni queremos estar solos ni acompañados para toda la vida. Es la segunda parte, la que trata el problema entonces emergente (el libro se publica por primera vez en España en 2005) y ahora desbordante de los refugiados, la que me interesa aquí y ahora.

No podían ser más pertinentes y actuales sus consideraciones y recetas sobre el drama de la inmigración y el desafío que las continuas oleadas de refugiados plantea a nuestros gobernantes. Los campos de refugiados, esa vergüenza que se diseña y se monta con la coartada moral de su naturaleza efímera, provisional, “hasta que se tome una decisión satisfactoria para todas las partes”, acaban convirtiéndose, como asegura Bauman y como hemos tristemente podido comprobar, en hábitats permanentes donde hacinar a los otros, a los extraños que amenazan con invadir nuestros territorios y obligarnos a pensar, tal vez, de distinto modo.

Refugiados, inmigrantes, posibles terroristas islámicos infiltrados en esa marea, todos hábilmente mezclados e interesadamente manejados por medios de comunicación afines a los grandes intereses financieros y por los cada vez más numerosos y vociferantes partidos políticos de extrema derecha que se han ido colando por las grietas mal cosidas de una inoperante Unión Europea y ahora también desde la presidencia del país más poderoso del planeta. Ha desembarcado Donal Trump y ha tomado el testigo que su antecesor Bush y sus cerebros del thinktank ultraconservador, algunos de los cuales repiten preeminencia en la toma de decisiones a partir de ahora, dejaron congelado con la llegada de Obama a la espera de tiempos más favorables.

Desembarca Trump y se prepara para cumplir su promesa de campaña de erradicación del terrorismo y, de paso, de toda infección causada por los extraños, los desconocidos. Tiene que contentar a esos millones de norteamericanos que lo votaron, no sólo por miedo a lo que de inexplicable tiene siempre lo nuevo, sino por hartura con un sistema social, político y financiero del que se sienten excluidos. Un sistema impregnado de neoliberalismo hasta el tuétano que aborrecen sin saberlo por la noche mientras lo ejecutan y alimentan a la luz del día. Porque el neoliberalismo, como he leído recientemente a un colaborador del diario digital El Diario, no es sólo un sistema que se impone a los ciudadanos desde arriba, sino también un modus vivendi instalado ya en los actos y pensamientos del ciudadano occidental medio. Por eso ha tenido tanto éxito. Hasta ahora.

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Los ciudadanos empiezan a inquietarse. El sistema no parece funcionar y alguien tendrá la culpa. Mirar arriba cuesta. Todo lo que se mueve allá, en las nubes, es confuso, complejo. No. Mejor mirar abajo, a los que creemos que están debajo. Miramos abajo y ya empezamos a identificar culpables. Entonces nos acordamos de lo que nos han dicho durante la pasada campaña y las piezas empiezan a encajar. ¡Qué razón tiene Trump! Es justo lo que necesitamos.

Todo lo que suene a “más de lo mismo” debe ser repudiado. Los Clinton representaban una parte de ese “más de lo mismo.” Trump, en cambio, con sus modos estrafalarios, su puesta en escena y sus promesas de una América para los americanos, ha logrado, al menos de momento, camuflar lo que representa -el lado más obsceno de ese neoliberalismo avasallador- y hacerse pasar por “otra cosa.” Ha triunfado en colar el mensaje de que, con él, todo va a ser distinto porque, no hay más que fijarse, él es “distinto.”

Hace falta un antídoto que pueda neutralizar al falso antídoto Trump. No hay mejunjes mágicos, ni los libros tienen ya capacidad para obrar cambios en la dirección del mundo, pero una inyección en vena y masiva de lecturas como Amor Líquido prepara el camino. Por mucho que los Donald Trumps que estén ahora o por venir se empeñen, no se puede exterminar a los desconocidos. Las grandes ciudades seguirán actuando de imán para los desconocidos, que no tienen por qué ser de piel negra o llevar turbante o hablar un idioma extraño. También es desconocido el vecino del cuarto que se acaba de instalar en el edificio, aunque el color de su piel sea como el nuestro y hable el mismo idioma. Se pueden instalar vallas y aislar los lugares privilegiados de residencia de unos pocos, pero imposible vacunarse contra lo “otro”. No hay más que hacerse a la inevitabilidad de la permanente convivencia con los extraños. La construcción, como ya se hace en muchas ciudades, de espacios que fomentan el encuentro entre desconocidos se está revelando como el arma más poderosa contra la xenofobia, el racismo y la ignorancia. Espacios, físicos y literarios, donde podemos mirarnos a la cara sin sentir miedo o vergüenza.

1 comentario en “Trump, Bauman y los refugiados

  1. Genial!! Me encanta!! Palabras que nos hacen reflexionar sobre nosotros mismos y nos abocan a atrapar con nuestras manos El amor líquido de Bauman. Gracias.

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