En la entrevista que el pasado siete de diciembre pudimos leer en el suplemento de libros del diario Infolibre, Los diablos azules, a la escritora Sara Mesa a propósito de la publicación de su última novela, Cara de pan, interpreté que la autora rechazaba la pregunta que solían hacerle: “¿qué has querido decir con esta novela?”. Más adelante, afirma que “no puedo explicar la pauta de interpretación de esta o de cualquier otra novela, porque yo misma no la sé o no la tengo clara.” Y remata: “a mí que me pidan que exprese de otra manera qué he querido decir en la novela me pone muy nerviosa, de eso ya se encarga la crítica, la publicidad, todo lo que rodea al libro.” El volver a cuestionar un dogma como el de las “supuestas claves interpretativas” de toda obra de ficción da cuenta de la robusta salud de la que gozan, aún hoy en día, los estereotipos o ideas preconcebidas o populares sobre la escritura de novelas, la escritura en general y los escritores.
A partir de esta entrevista y de algunas consideraciones sobre la cuestión suscitadas por la reciente serie El embarcadero, que estoy “siguiendo” en estos tiempos de redes sociales donde todo el mundo “sigue” a todo el mundo, donde nos convertimos en “influencers” o en “followers”, trataré de centrarme y desmontar tres de estos estereotipos o mitos que siguen circulando sobre el arte de la escritura creativa.