Basado en hechos Reales

Los hechos que me dispongo a narrar a continuación constituyen una reconstrucción oblicua y alterada de los originales, esto es, que tan sólo se me ha permitido narrar una parte de lo acontecido y, por evidentes motivos de seguridad, ciertos datos, sucesos y nombres han debido ser enmascarados. Agradezco a la fuente, por supuesto anónima y de toda solvencia, que me hizo llegar la grabación, sin la cual este testimonio no habría salido nunca a la luz.

Día: 3 de octubre de 2017. Hora: 01:30 am. Lugar: Despacho de crisis del Palacio de La Zarzuela. Intervienen: el Jefe del Estado y el comité de redactores de discursos de la Casa del Rey.

Redactor 1: La situación, me temo, es bastante grave, Su Majestad. Creemos que debería usted dirigirse a la Nación y dar una respuesta al desafío independentista.

Redactor 2: Estamos, me temo, ante un hecho histórico. Tiene usted la oportunidad de dirigirse a los españoles y ganarse en sus corazones su puesto de Jefe del Estado, como se lo ganó su padre la noche del 23-F.

Redactor 3: Nos hemos permitido reunirnos y tomarnos la molestia de elaborar este discurso que consideramos contundente, pero necesario, dadas las circunstancias y la gravedad de los hechos que, tristemente, hemos presenciado en las últimas horas.

Jefe del Estado: Déjeme ver. Echémosle un vistazo. «Estamos viviendo momentos muy graves para nuestra vida democrática… con sus decisiones han vulnerado de manera sistemática las normas… deslealtad inadmisible… han quebrantado… han socavado… han menospreciado… inaceptable intento de apropiación…» Bueno, no hay nada que no sea verdad en eso que han escrito, pero me pregunto si el estilo no será un pelín… duro.

Redactor 2: Por favor, Su Majestad, continúe leyendo. Ya le advertimos al principio de que es un discurso contundente, pero creemos que debe usted dar, si se me permite la expresión, un puñetazo en la mesa. Es el Rey. Oportunidad de oro. Recuerde, como la que tuvo su padre el 23-F.

Jefe del Estado: Vamos a ver… «hoy quiero, además, transmitir varios mensajes a todos los españoles… que tienen un espacio de concordia y de encuentro… que no están solos ni lo estarán…». Ahora parece que el tono se sosiega y me agrada, pero no sé, tengo la impresión de que falta algo…

Redactor 1: ¿Sí? ¿Y qué cree usted que falta, Señor?

Jefe del Estado: No sé, hay algo en este discurso que no me cuadra. Es como si lo tuviera en la punta de la lengua, pero no me sale… Sigamos a ver si me acuerdo. «Así hemos ido construyendo la España de las últimas décadas… con serenidad y con determinación… subrayar una vez más el firme compromiso de la Corona… con la unidad y la permanencia de España.” Falta algo, falta algo… Es firme, desde luego, pero…

(El Jefe del Estado se levanta de su sillón de crisis y comienza a andar con pasos solemnes por el despacho. Fija la mirada sobre la alfombra roja de las crisis. Se mesa la barba. Los redactores de discursos de la Casa Real se muestran inquietos. Intercambian miradas de preocupación.)

Jefe del Estado (deteniéndose en seco, manos extendidas, ojos muy abiertos): ¡Diálogo! ¡Consenso! ¡Claro! Eran éstos los conceptos que faltaban. No se mencionan en ningún momento. Se supone que soy el Rey de todos los españoles. Si sacamos el discurso así, tal cual, me van a criticar desde amplios sectores, sobre todo desde la izquierda.

Redactor 3: Es cierto, pero fíjese que, casi al final, ahí, ¿lo ve?, donde dice “mi entrega al entendimiento y la concordia entre españoles”, bueno, la palabra “concordia” es similar a la de “consenso.”

Redactor 2: Además, Su Majestad, si me lo permite, todos sabemos que eso de que es usted el Rey de todos los españoles, lo que se dice de todos, todos, no es. Siempre habrá quien lo critique, haga lo que haga. Con lo preparado que está usted, y ya sólo por eso, hacen chistes de taberna.

Redactor 1: Y lo más importante, Señor, en mi modesta opinión, es que no importa demasiado. Quiero decir que, ahora, lo inmediato, es que dé usted ese golpe sobre la mesa. Luego los medios dirán esto y aquello, habrá tema de qué hablar durante semanas, pero pasará. La actualidad manda y nuevos temas dejarán atrás esta declaración. Será histórica, sí, pero a corto plazo no faltarán noticias que la reemplacen. Atentados terroristas con miles de víctimas, qué sé yo… ¡Venezuela! Siempre nos quedará Venezuela. Háganos caso, Señor. Oportunidad de oro, me temo.

Jefe del Estado: Tienen ustedes razón. Caballeros, adelante.

Día: 3 de octubre de 2017. Hora: 21:14. Lugar: despacho de mensajes transmitibles del Palacio de la Zarzuela. Intervienen: técnicos de Radio Televisión Española y el Jefe del Estado.

Un técnico: tres, dos, uno… Entramos.

Jefe del Estado: “Buenas noches. Estamos viviendo momentos muy graves para nuestra vida democrática…”

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