Cuando la censura viene de lo gazmoño y lo insulso es todavía peor.

Las noticias llegan como llegan, o como pueden. Uno abre un periódico local una mañana, (insólitos ambos acontecimientos en mi día a día, pues ni dispongo de muchas mañanas libres, ni tiendo a leer noticias locales) y me entero, tarde, ya como de resaca, de la reacción a otra noticia anterior. Así que tengo que proceder hacia atrás, en flashback. Lo primero que me informa ese diario local es del manifiesto firmado por unas 200 personalidades de la cultura en Canarias contra el cierre, «por primera vez en la historia de la democracia española», de la exposición organizada y sufragada por el Gobierno de Canarias y proyectada en el TEA, y con intención itinerante, «Pintura y poesía: la tradición canaria del siglo XX». El motivo de dicho cierre, sigo leyendo, es el aluvión de críticas y acusaciones provenientes de la plataforma change.org a instancias del colectivo feminista Artemisia y de los profesores universitarios Yolanda Peralta, Luisa del Rosario y Juan Manuel García Ramos. Las críticas alegan que dicha exposición es abiertamente «misógina» por presentar sólo el trabajo de 3 mujeres frente al de 40 hombres.

El paso siguiente que me propongo es el de averiguar quiénes, si es posible, son algunas de esas «personalidades de la cultura en Canarias» que se adhirieron al manifiesto, porque si no, hablar así, en general, pues qué quieren que les diga, me hace sospechar, como mínimo. Por fortuna, se dan muchos nombres propios y, con mayor fortuna aún, algunos de estos nombres propios son de mujer. Entre los firmantes, gente más conocida como Cristino de Vera, Martín Chirino, José Dámaso o Antonio Álvarez de la Rosa. Hago el recuento de las mujeres y son cuatro: Belén Castro, Dolores Corbella, María Isabel González Cruz y María Dolores Suárez. Se da la circunstancia de que los firmantes son catedráticos universitarios, críticos, escritores, Premios Canarias y Premios Nacionales de Artes Plásticas. Si se asoma uno a la obra de esta gente, podrá gustar o no, se podrá estar de acuerdo con sus premisas o no, pero digo yo que alguna credibilidad habrán de tener.

Sigamos. Los comisarios organizadores de la muestra fueron Fernando Castro Borrego, catedrático de Historia del Arte, y el poeta y profesor de la Universidad de La Laguna, Andrés Sánchez Robayna, nuevo en estas lides, según él mismo confiesa en su artículo publicado el 4 del presente mes para La Provincia, Más sobre una exposición: algunas averiguaciones, donde tira de argumentario, fíjate tú qué cosa más extraña hoy en día, y de puntos sobre íes, que ya es para volverse loco, para defenderse de las críticas y aclarar, hilar y destapar/destripar la génesis y desarrollo del conflicto. El núcleo de lo que viene a decirnos Robayna es que la elección de los pintores y poetas presentes en la muestra no corresponde a un criterio de historia artística, literaria o cultural, ni se pretendía un carácter exhaustivo o antológico, sino que las decisiones se tomaron en relación a la plasmación de ideas por parte de esos artistas, «a arrojar luz sobre símbolos, mitos e imágenes». El autor tinerfeño aclara que estos argumentos se expusieron desde el primer momento en el programa de mano, en el catálogo, en los paneles de entrada de la exposición y en el acto de apertura. Acabada la lectura, paréceme, amigo Sancho, que la base del torbellino vuelve a ser emocional. Me explico: me da la impresión de que, en el fondo de los fondos, lo que hay es una rivalidad, por motivos segura y puramente personales, entre los organizadores de la exposición y los instigadores de la rebelión. Una rivalidad que vendrá de lejos y que ha salido a la luz aprovechando la ocasión.

No me había enterado de la existencia de tal exposición hasta hoy mismo. Por desgracia, ya no podré hacerme una idea personal sobre la misma, ni decir si me gustó esto más que lo otro, porque la censura teñida de «bienpensantismo» ñoño y ridículo ha decidido decidir por mí y por los miles o cientos de personas, por ponerle un número, que se habrían estado planteando visitarla. Que habrá habido fallos y errores, desde luego. Que podría ser mejorable, sin duda. Que se podría haber financiado de manera menos costosa, seguramente. Sin embargo, echar por tierra el trabajo de años de preparación y cuestionar la solidez intelectual de los comisarios, gusten o no sus trabajos, resulten o no antipáticos en las distancias cortas, tachándolos de «misóginos» por una mera cuestión porcentual, matemática, de calculadora en mano y no me salen las cuentas, es, cuanto menos, infantil, y como mucho, mezquino y deleznable.

Que miles de personas se hayan lanzado a firmar a favor del cierre de la exposición a partir de informaciones sesgadas y oportunistas, sin contrastar, sin preocuparse de leer todos los puntos de vista, nos da la medida de lo manipulables y vulnerables que somos. Que partidos políticos se hayan apuntado a la fiesta, como Podemos, partido por el que simpatizo y con el que coincido en muchos de sus planteamientos, pero que en esta ocasión ha metido la pata, no ayuda a la regeneración política que se proclama.

El feminismo serio nada tiene que ver con este particular ajuste de cuentas, esta vendetta disfrazada de escándalo y ultraje. Es más, es un insulto al feminismo mismo, que tan necesario sigue siendo, no sólo en esta España nuestra de «la maté porque era mía» y que sigue oponiendo feminismo a machismo como si fueran las dos caras de la misma moneda, sino, a la vista de casos como el del productor de Hollywood, Weinstein, o el del inefable presidente norteamericano, que gusta de coger a las mujeres «por el coño», también a nivel global, donde a diario se conculcan los derechos de las mujeres por el mero hecho de ser mujeres.

Lamentable. Bochornoso. Y muchos calificativos más gruesos que no digo por eso, por gruesos. Por respeto al lector. Saquen sus conclusiones.

1 comentario en “Cuando la censura viene de lo gazmoño y lo insulso es todavía peor.

  1. Estoy contigo. Con estas cosas lo único que conseguimos es tirar por tierra el trabajo de tantas personas valientes que luchan por la igualdad de los sexos cuando esta sea apropiada.
    La mujer así como los hombres tienen sus características propias que no son iguales en ambos casos y eso también hay que respetarlo.
    La igualdad en derechos si, pero como cualquier persona indistintamente de su sexo. Y no por el hecho de ser mujer tienen que tener un puesto en el podium, ha de ganárselo como cualquier persona pero en igualdad de condiciones.
    Bueno esto es sólo un pensamiento.

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